Qué es el estrés calórico en la porcicultura?
Los días calurosos del verano, o las temperaturas ambientales elevadas, pueden suponer un grave problema para los animales de granja, causándoles estrés térmico o calórico. Esto puede afectar a su crecimiento y disminuir los resultados económicos de las granjas. En la industria porcina, los cerdos en casi todas las fases de producción se ven afectados por el estrés calórico: cerdas gestantes, cerdas lactantes y cerdos de engorde.
Este artículo pretende destacar algunos de los cambios que se producen en el cerdo bajo estrés térmico. También presenta soluciones para atenuar los efectos negativos del estrés calórico en los cerdos.
¿Cuándo sufre un cerdo estrés calórico? El estrés térmico se produce cuando el cuerpo es incapaz de regular su propia temperatura (Copernicus, 2024). Empieza cuando un animal se encuentra fuera de su zona térmica neutra. Esto está influido por la temperatura exterior y la humedad. El estrés calórico puede afectar a los cerdos en todas las fases del ciclo de producción. Para un cerdo de engorde de 50 kg, la zona de estrés calórico comienza a partir de los 25°C. Esto significa que, por encima de 25°C, un cerdo de este peso empieza a experimentar los efectos negativos.
La zona térmica neutra de la cerda se sitúa entre 12 y 20°C, mientras que la de los lechones está entre 27 y 30°C. En la paridera, es habitual mantener la temperatura de las salas entre 21 y 25°C junto con nidos calefactados para crear un entorno favorable para los lechones. Por lo tanto, las cerdas lactantes también pueden sufrir estrés por calor, sea cual sea la zona o región. El estrés calórico también puede afectar a las cerdas gestantes y repercutir en su descendencia.
¿Cómo reacciona un cerdo estrés térmico? Entre los animales de granja, los cerdos son especialmente sensibles al estrés térmico, ya que tienen muy pocas glándulas sudoríparas y pulmones pequeños. Su elevada productividad y rápido crecimiento los hacen aún más susceptibles.
Cuando sube la temperatura, el cerdo adapta su comportamiento: Reduce su locomoción y la ingesta de alimento, lo que limita la termogénesis (producción de calor por el organismo). Aumenta su frecuencia respiratoria. Su flujo sanguíneo se redirige de los órganos internos a la piel para evacuar el exceso de calor. Este fenómeno se denomina vasodilatación, y provoca un aumento en la termólisis (disipación del calor por el organismo).
En el tracto intestinal, la falta de suministro de oxígeno, provocada por la redirección del flujo sanguíneo, es perjudicial para las células epiteliales, que son muy sensibles a la hipoxia y a la reducción de nutrientes disponibles. Esto degrada el epitelio intestinal. Las sustancias exógenas, como los antígenos o las toxinas bacterianas, pueden pasar del lumen al flujo sanguíneo (intestino permeable), lo que provoca una respuesta inflamatoria y la producción de especies reactivas del oxígeno (ERO). Se trata de un círculo vicioso, ya que las ERO pueden ser perjudiciales para las células epiteliales si se producen en exceso.